¿Han notado ustedes que, en medio de todo el escándalo, nadie se ha referido al Servicio Jesuita Migrante?
Lo digo porque hay antecedentes que son relevantes relacionados con el caso fundaciones:
Esa organización ha recibido 1.000 millones de pesos por parte del Estado desde su creación.
José Tomás Vicuña (que fue director nacional del Servicio Jesuita Migrante) entró a trabajar en la administración Boric en Marzo de 2022, con un sueldo inicial de 1.700.000, que en abril subió a 3.400.000.y que en julio llegó a 3.800.000.
En resumen: hablamos de una fundación que ha promovido la inmigración ilegal, que lleva más de una década recibiendo recursos del Estado, y cuyo ex director parece ser amigo de Boric… no solo porque fue contratado por el Gobierno, sino porque su sueldo prácticamente se duplicó, desde que entró.
La pregunta no tiene que ver tanto o principalmente con los fondos que recibe, sino con la ideología a la que adhiere… surgen entonces algunas dudas…
¿Qué hay detrás de esta supuesta empatía de la izquierda radical, que la lleva a defender, avalar e, incluso, promover, la inmigración descontrolada?
¿Se trata de una sensibilidad particular frente al inmigrante, o hay intereses políticos comprometidos…?
Veamos más allá de nuestra región: la política de fronteras abiertas que promueve la ideología multiculturalista (en la que Boric, Vicuña y en general el Gobierno, creen) está mostrando su peor cara en otros países del mundo…
Estás imágenes no son de Siria, Libia, Yemen o Afganistán: son de Francia, de sus calles, bibliotecas, escuelas, tribunales, ayuntamientos y comisarías.
No han pasado más de diez días desde el comienzo de las violentas y destructivas protestas, y ya podemos contar:
+250 ataques a comisarías.
+600 policías y bomberos heridos.
+1000 inmuebles destruidos.
+5000 automóviles incendiados.
+3000 detenidos, de los cuales un 30% es menor de edad.
¿Y a qué se debe el salvajismo y la brutalidad que está mostrando el país europeo?
A la muerte de un musulmán de 17 años, en manos de la Policía francesa, luego de que el joven huyera de un control vehicular, e intentara atropellar a uno de los oficiales.
Las protestas violentas y destrozos no son monopolio de un sector cultural específico… y no es la primera vez que se ven en Francia.
Lo que sí merece especial atención es el enfoque político-cultural de este caso.
Leer las protestas francesas en clave de “malestar” o de meros “desórdenes públicos” es absurdo: lo que verdaderamente está ocurriendo es un enfrentamiento entre los valores de occidente y el reflujo multiculturalista que alentaron los líderes del consenso socialdemócrata europeo -como Angela Merkel y Pedro Sánchez, entre otros-, alentados, por supuesto, por la nueva izquierda.
Para que se entienda: la doctrina multiculturalista defiende la idea de que todas las culturas son igualmente valiosas, (no hay bueno ni malo, mejor y peor), y de que la convivencia armoniosa de todas ellas es perfectamente posible y enriquece, además, la convivencia social.
¿Es verdad esto? NO, no es tan cierto.
El intento de fusión entre los valores de occidente y los que promueve el multiculturalismo ha devenido, como era de esperar, en un inevitable enfrentamiento…y de ese enfrentamiento, las conclusiones son evidentes…
El fanatismo multicultural fracasó;
Las culturas no son necesariamente iguales en términos de valor y de aporte social; y por eso mismo, es perfectamente posible que algunas no sean capaces de coexistir pacíficamente con otras.
La política de fronteras abiertas que algunos países europeos instauraron fue un error y hoy, esos mismos países que la promovieron están sufriendo sus consecuencias…
En ese contexto, el episodio de destrozos que estamos viendo no es el primero:
- En 2015, por ejemplo, las oficinas de la revista Charlie Hebdo sufrieron el atentado terrorista de islamistas, en el que asesinaron a 12 personas, en respuesta a la caricatura de Mahoma que había publicado ese mismo medio.
- Ese mismo año, se perpetraron múltiples y coordinados atentados terroristas en Saint-Denis por parte, nuevamente, de islamistas, que terminaron con la muerte de 131 personas y 415 heridos.
- Un año más tarde, nuevamente un terrorista islamista, se jactó en un video de haber matado a dos policías y de querer, cito, “hacer de la Eurocopa (campeonato de fútbol de países europeos) un cementerio”.
- En 2016, durante las celebraciones del Día de la Bastilla, otro islamista radical embistió con su camión a una multitud de personas que se congregaban para ver fuegos artificiales, terminando con la vida de 86 y dejando gravemente heridos a otros 400.
- Ya en 2020, Samuel Paty, profesor de historia en París, fue decapitado…decapitado, también por un islamista, a propósito de una clase de libertad de expresión que recordaba el caso de Charlie Hebdo.
Repito, esto no es casualidad: esto es el fracaso del multiculturalismo y de sus promotores.
Fracaso que se explica porque sus promotores dieron por descontadas premisas que eran absolutamente discutibles: por de pronto, que la integración es siempre posible, y que no hay superioridad de unas culturas por sobre otras… Esto, por supuesto, revestido de un buenismo paternalista…
Con distintos matices y guardando, por supuesto, las proporciones, Chile reproduce la situación: el paradigma multicultural ha impulsado a gobernantes de distintos signos a la flexibilización de fronteras, generando un caos y descontrol migratorio sin precedentes, y que se mantiene hasta el día de hoy.
Hace exactamente un año, los ingresos ilegales en los no más de 6 meses de la administración Boric alcanzaban los 38.000. ¿Y expulsiones? No más de 600…
¿Los culpables de esto?
Gobiernos socialdemócratas, como los de Bachelet y Piñera, empujados por la izquierda radical que hoy nos gobierna.
Que no se nos olvide: tenemos a un Presidente que hace no tanto tiempo señalaba, cito, que “uno de los problemas en Chile es que hay muchos chilenos. ¡Bienvenidos inmigrantes!”.
¿Y cuáles han sido los resultados del multiculturalismo en Chile?
Hasta ahora, primero, la importación de nuevos delitos como el descuartizamiento, sicariato, motochorros, etc; segundo, el arribo de bandas criminales (como por ejemplo, el Tren de Aragua); y tercero, el colapso de los servicios sociales.
Como alternativa a la crisis, en Europa se ha erigido un frente de resistencia frente al agotado consenso multiculturalista:
En la misma Francia, Marine Le Pen, la candidata que perdió las elecciones frente a Macron se levanta fuertemente frente al caos.
En Italia, Giorgia Meloni le ha declarado la guerra abierta a la inmigración ilegal y las mafias de tráfico de personas.
En España, VOX ha hecho del combate a la inmigración ilegal una de sus principales banderas.
Lo que está en juego no es, como suponen algunos con frivolidad, una cuestión humanitaria, lo que está en juego es una ideología… el ‘multiculturalismo’.
Y esa ideología tiene un componente de resentimiento hacia los valores de Occidente, que han mostrado una indiscutible superioridad en los últimos siglos; hay también algo de culpa en quienes adoptan esa doctrina, que induce a Occidente a admitir responsabilidades que no tiene, o a fingir equivalencias que no son tales…
Lo preocupante para nuestro país es que, el principio responsable del caos migratorio en Europa, el multiculturalismo y sus desastrosas consecuencias, ha inspirado también la política nacional.
Bachelet y Heraldo Muñoz tuvieron información de que existía tráfico de inmigrantes y no hicieron nada. Por el contrario, continuaron alimentando el ingreso ilegal.
Sebastián Piñera buscó compensar su mal desempeño interno con el papelón de viaje a Cúcuta, que claramente tuvo un ‘efecto llamada’.
El candidato presidencial -hoy presidente Boric- prometía en su programa original viviendas para inmigrantes (sin importar, siquiera si eran legales o ilegales).
Hoy, nuestras fronteras continúan desprotegidas.
El flujo migratorio descontrolado no se ha detenido.
Las expulsiones de ilegales siguen a un ritmo irrisoriamente lento.
Y para colmo, financiamos a fundaciones que se dedican a proteger a quienes incumplen nuestras leyes, como el Servicio Jesuita Migrante.
Insisto: no hablamos de inmigrantes, hablamos de ideología, ideología financiada con tus impuestos.
Soy Francisco Cancino, Director de Estudios de FNM. Si te preocupa e indigna conocer cómo el Estado malgasta tu plata y quieres que sigamos difundiendo esta información, comparte este video y suscríbete a nuestro canal.
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