(Por Andrea Neuber | Kinesióloga y videocolumnista FNM)
Dos injusticias resultan evidentes al ver este video. Una, es la persecución y finalmente el cierre de la fuente laboral de un chileno honesto, que sólo quiere trabajar y dar trabajo.
La segunda, es el impedir que las personas que entrenan en ese box lo hagan, considerándolo “un riesgo para la salud”. Pero, hablemos de riesgo:
En Chile las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte, junto con los cánceres digestivos. Las primeras representan cerca de un 30% del total de las defunciones del país. Nuestros índices, estén lejos de ser esperanzadores, considerando las altas tasas de sedentarismo, de hipertensión arterial y sobrepeso, que padece un 74% de la población adulta, según el último informe de la OCDE, donde quedamos en primer lugar, superando a México.
No hay que ser un genio para entender que el riesgo cardiovascular es hoy uno de nuestros grandes enemigos en salud. En este escenario, entonces, ¿cómo podría resultar lógico encerrar a aquellas personas que están haciendo algo (deporte) que atenta directamente contra este gran problema?
¿Por qué prohibir a aquellos que, empoderados de su salud, han decidido tomar medidas para minimizar este riesgo y permanecer sanos? ¿Desde cuándo el deporte se convirtió en algo perjudicial para la salud? Sobre todo cuando el grupo de personas que practica este deporte en particular está en el rango etario donde el COVID ha tenido sólo un 0.2 % de letalidad.
¿Cuál es el efecto en la salud que deriva del pánico colectivo y de las medidas preventivas totalitarias?
Hay a la fecha un total de 300.000 pacientes en lista de espera para recibir alguna cirugía, ya que cientos de estas fueron suspendidas por la pandemia. Las crisis hipertensivas subieron un 32% y las atenciones de urgencia por infarto un 14%. ¿Qué relación tienen estas cifras con que es un hecho que, por miedo, 7 de cada 10 pacientes crónicos han dejado de asistir a sus controles? Es fácil ver también, una vez descrita esta situación, que es totalmente perjudicial tener a las personas encerradas engordando, aumentando consumo de tabaco y alcohol y, en definitiva, aumentando su riesgo cardiovascular, o convirtiéndose rápidamente en un portador de estos riesgos.
Esta situación en una real bomba de tiempo, y se debe tener mucho cuidado de que estas “medidas para no contagiarse de Covid”, no se conviertan en un verdadero atentado a la salud.
Andrea Neuber
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