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Bandera Nacional: Más allá del nacionalismo

Benjamín Escobedo (Teólogo e Investigador de Historia)

Escritor para Latinoamérica (Monte Alto Editorial)

Columnista de Fundación Nueva Mente (FNM)

Lic. Teología | Lic. © Historia


En el Día de la Bandera Nacional, el gobierno publicó un tuit oficial invitando a reflexionar sobre la historia de nuestro emblema patrio y su conmemoración en relación a aquellos que lucharon en la guerra del Pacífico. Ante esto, considero pertinente, desde una perspectiva histórica, realizar un análisis sobre el símbolo nacional en ese periodo, no como una apología al nacionalismo, sino más bien como una honesta reflexión historiográfica, política y nacional. Por lo tanto, el título de mi columna de esta semana es "Bandera Nacional: Más allá del nacionalismo".


En primer lugar, la polémica surgió a través de la cuenta oficial del Gobierno de Chile con motivo del Día de la Bandera. Consistió en una infografía que explicaba el significado de los tres colores presentes en la bandera. Esta situación generó diversas críticas y opiniones heterogéneas posteriormente. La explicación de la infografía mencionaba un imaginario histórico distinto al de la gran mayoría de los chilenos: blanco (cordillera), azul (cielo y mar) y rojo (sangre de los soldados caídos). Este contexto se basó en un poema de Camilo Henríquez, en el cual la estrella representaba la "Unidad de la Nación", el azul era la "justicia", el blanco simbolizaba la "Autoridad del pueblo" y el rojo estaba relacionado con los "Patriotas".


En segundo lugar, debemos recordar que durante la segunda década del siglo XX en Chile, bajo el mandato del presidente Ramón Barros Luco, se establecieron mediante el Decreto N°1.488 del 4 de junio de 1914 las dimensiones, el juramento y los colores correspondientes a la bandera, pero nunca se especificó su significado a través de una ley como respaldo jurídico. Es importante destacar que el personaje mencionado, Camilo Henríquez, se refería a la bandera primaria compuesta por los colores blanco, azul y amarillo, no a la actual bandera y símbolo patrio de nuestro país. Además, las diversas opiniones surgidas en los últimos días no pueden definir el significado histórico de los colores, ya que eso sería pura especulación. Ningún académico serio, imparcial y cuidadoso se atrevería a reinterpretar estos aspectos históricos y sensibles para nuestro país desde posturas progresistas o ideologías alejadas de la verdadera historia de Chile. Reescribir los símbolos patrios (algo que a la izquierda más radical de nuestro país le resulta atractivo) sería una afrenta y una mutilación del legado relacionado con la Guerra de la Independencia.


En tercer lugar, debido a esta controversia, se realizaron aclaraciones a diversas instituciones gubernamentales, como Presidencia y los ministerios de Defensa y Cultura, para explicar la publicación en cuestión. Sin embargo, las críticas fueron agudas y no dejaron pasar por alto otro "error" del gobierno. En este punto, algunos podrían considerar que se trata de un "percance" en comparación con otros asuntos de mayor gravedad, o bien, una especie de pseudonacionalismo propio del siglo XXI en Chile. Cabe recordar que la Convención Constitucional en el año 2022 discutió propuestas relacionadas con los emblemas nacionales y el reconocimiento de los símbolos de los pueblos originarios. Esta lucha por enraizar, cambiar, modificar o establecer nuevos símbolos patrios es una estrategia intermitente de la izquierda más radical. Parece que desprecian todo lo que refleje el nacionalismo histórico, especialmente si se trata del patrimonio público de nuestra sociedad civil.


En resumen, no debemos relegar aquellos aspectos que poseen una significancia histórica, política y de memoria nacional. Negar el pasado en aras de un progresismo disociado y alienado no es adecuado. No estamos hablando de sentimientos, sino de un símbolo patrio: "Bandera Nacional: Más allá del nacionalismo".

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