(Por Juan Pablo S. | San Pedro de La Paz)
La visión de la Tierra como centro del universo fue ampliamente aceptada durante aproximadamente 1500 años. No fue seriamente puesta en duda hasta 1543, cuando Nicolás Copérnico sugirió que el Sol era el centro del universo. Atrapado en un consenso por siglos se olvidó la herencia que otras culturas ya habían revisado y perfeccionado. Así también con la interpretación secular de la Tierra plana o la visión de ésta, y el hombre, como centro del cosmos. Hay tantos antecedentes que ilustran como la mente crea consensos a partir de la falta de perspectiva o reinterpretación de las cosas. Inclusive los argumentos de la razón y la lógica que tanto abrazamos en la ciencia moderna nos conducen por caminos validados en la evidencia que nos tienta a consolidar nuevas verdades. Pero con el paso del tiempo estas mismas aceptaciones evolucionan, se revisan y se mejoran.
Hoy resulta del todo responsable divergir del asunto del cambio climático antropogénico, puesto que es intrínseco de la ciencia. Más aún cuando esto no es sólo académico. Es en base a proyecciones que se están elaborando complejas medidas de mitigación global. Es una hipótesis válida que, sin embargo, se ha acompañado de una propaganda política y mediática que ha impedido la riquísima discusión de su tesis. Ha perdido su esencia científica, aquella que vela por la revisión constante de las teorías, métodos y observaciones. Y se ha establecido con un argumento de consenso sacro basado en MODELOS climáticos de circulación general. Hay tanta revisión en la causa casi absolutamente antropogénica en los comentados informes del IPCC de la ONU como lo es tanto en lo referente a causas ambientales y de mecánica celeste. Si la OMS ha equivocado profundamente varios diagnósticos y proyecciones en salud global, es válido cuestionar que el IPCC pueda sufrir de las mismas prácticas. Son cuestiones de sesgo metodológico y político de personas comunes al final de cuentas.
Recientemente, un sólido trabajo publicado en Scientific Report de Nature fue retractado post-publicación [1]. Esto es altamente poco usual. Este trabajo venía a aportar nuevo conocimiento respecto a la mecánica celeste sobre la cual estamos muy vacíos de información. Sólo en esta década las primeras sondas exploran los confines cercanos del sol, mientras otras miden la corteza magnética terrestre. Éste trabajo sostiene que la oscilación de la corteza magnética solar y la variabilidad de su irradiancia son determinantes a la hora de explicar los ritmos climáticos de la Tierra en escala de milenios. Si bien fue extraña la retractación post impresión, es muy común sostener discusiones en ambientes de publicación en revistas. Es parte de la escuela científica la sana discusión cruzada de resultados donde pares y autores construyen un camino hacia una nueva y mejor comprensión del fenómeno observado. Sin embargo, sorprende cómo se retracta (censura) la calidad de este trabajo de forma unilateral por una cuestión del método, sin posibilidad de mejorar el argumento.
Lo anterior es manifiesto de una tendencia de tipo editorial en los Journals actuales que llama poderosamente la atención. Los Journals son grandiosas bibliotecas del conocimiento científico, pero también velan por su sostén económico a través de los pagos de publicación open access. Cualquier nuevo reporte que diverja del consenso climático antropogénico es ciertamente un producto que compite con la vitrina que está en consenso. Sea esta hipótesis válida o no, esto es ciertamente muy sistémico y se extiende más allá de la edición. Se ha rendido también un culto sacro al valor de la hipótesis exitosa en ciencias, cuando han sido las discusiones abiertas de hipótesis fallidas la cuna más rica del saber científico.
El ser humano carga una tormenta autoflagelante de culpa y salvación. Nos llevará miles y tal vez millones de años de empresa casi infructuosa siquiera desacelerar las tendencias climáticas actuales de cualquier planeta por este intenso sesgo antropocéntrico presente en esta narrativa, y por qué no, en muchos diagnósticos científicos. Detrás existen personas comunes y corrientes con visiones particulares que plantean hipótesis calculadas para validar con el mejor éxito frente a sus pares y editores. Yo sugiero detenernos. Revisar algunas bases, porque aquí hay bastante evidencia que invita a replantear. Es posible que estemos construyendo una narrativa creíble, pero con un diagnóstico incompleto al menos.
A saber; la primera gran revolución industrial nació hace casi 11 mil años en varias partes y casi al mismo tiempo, se le llama agricultura. En ese tiempo las concentraciones atmosféricas eran óptimas para el desarrollo de plantas, imposible antes por la glaciación. Es muy posible que la segunda industrialización del siglo XIX haya sido promovida producto de las condiciones climáticas globales y no al revés. Es más, coincidente al pasado prehistórico, la primera mecanización se dio en la industria textil, de lana, cuero, y algodón, acelerando la demanda de las nuevas energías ‘sucias’. Es muy posible que las emisiones actuales sean memorias climáticas de incrementos de temperatura de hace más de 600 años, justo después de la mini era de hielo del 1300 durante el mínimo solar de Maunder, ¿cómo? Tal como una lata de gaseosa expuesta al ambiente en día soleado, el dióxido de carbono ebulle en su interior después que incrementa su cantidad de calor. Para el caso de una lata con un volumen comparable a la corteza de atmósfera, eso ocurre con una diferencia de tiempo de 600-800 años como bien lo explica un trabajo publicado en Science en relación al timing de CO2 y temperatura [2].
Pero, revisemos el asunto del CO2. A saber; la concentración que este gas "traza" en la atmósfera es de 400 ppm (partes por millón) promedio aproximadamente. Esto es igual a 0,0004 o 0,04% del total atmosférico, el resto es nitrógeno, oxígeno, metano, humo, otros gases, y agua. El aporte humano de CO2 a la atmósfera, es de 4% del total en tasa anual constante según IPCC, y el aporte de Chile de este total es 0,22% sumando la emisión todos los países. Entonces, del total mundial a la atmósfera en 200 años (1850-2050 para ser generosos) se libera al ambiente un total "contaminante" de 0,04% x 0,04 x 200 = 0,32%, y desde Chile un 0,22% de aquello. Comparado al volumen total atmosférico ese total mundial es 100% x 0,0004 x 0,0032 = 128 millonésima (exp-6) por ciento aproximadamente. Ese número, dice el consenso, logra amplificar las propiedades ópticas de la atmósfera forzando la radiación infrarroja a quedar atrapada con mayor intensidad. Si 0,04% fuera equivalente a un litro de agua, el total contaminante seria 3,2mL o una cucharada de té en un tambor de 2.500L. Casi cualquier veneno a esa disolución es prácticamente inocuo en la práctica. Otros gases, como el metano, el vapor de agua (¡las nubes!) son gases de tipo invernadero a mucha mayor concentración.
Revisemos también la cuestión del efecto invernadero. En 1909 el físico Robert Woods [3] hizo un muy sencillo experimento buscando responder qué explica el calor contenido dentro de un invernadero. Para esto construyó diversos invernaderos con cubiertas materiales con distintas transmisividades al infrarojo (IR). La pregunta es válida para todos los "efectos invernaderos", no solo los viveros. La ONU en sus informes del IPCC esgrime repetidamente que el forzamiento radiativo de la radiación infraroja atrapada por los gases invernaderos de la atmósfera, es el efecto dominante que causa un aumento de la temperatura global. La respuesta del experimento de Robert Woods dice que este efecto, si bien existe, es despreciable. Lo que causa el calor atrapado dentro de un invernadero cualquiera (o la atmósfera terrestre) es la barrera física (dura) de la cubierta a la convección o desplazamiento de la masa de aire atrapado, es decir, el aire caliente no puede disiparse hacia el ambiente exterior. Un invernadero de plástico, vidrio, mica u otro material transparente, contiene una cantidad de calor medida en temperatura, que se normaliza igualmente para todos los espacios. Es igual si la atmósfera tiene más o menos CO2 que amplifica el forzamiento radiativo, es la convección de aire caliente atrapado por la atmósfera lo que genera el efecto invernadero. Este experimento es tan sencillo que muy poco se ha ido a las bases para reproducirlo siquiera, ya que bien que se puede reproducir de forma académica, o en casa.
El argumento anterior se refuerza con dos publicaciones serias. La primera publicada en Nature se refiere al máximo de actividad solar observado en milenios en duración e intensidad [4] y la segunda, publicada en Geophysical Research argumenta una sólida correlación de 0.83 de un máximo de 1, respecto a que el calentamiento de la superficie y la atmósfera terrestre se corresponden con la variabilidad de los ciclos solares, desde el periodo 'industrial’ de 1856 hasta, al menos, 1970 [5]. Desde 1970 existe una diferencia sobre la cual al parecer no existe un consenso tan claro sobre el cual esgrimir causa aparente para el calentamiento, repito, desde 1970, no desde 1856, es decir, casi 120 años de cambio climático antropogénico ya no tienen base argumental. ¿Qué pasó desde 1970? Es ciencia abierta, no se trata de "si no tiene causa, ergo: es antropogénico". Posiblemente tenga explicaciones celestes.
Si fuese absoluto que las fábricas humanas comenzaron a calentar la atmósfera desde 1856 en respuesta inmediata, sensible y linealmente correspondiente con la actividad humana, sería razonable esperar un "pico" el año 1991 dentro de las clásicas curvas de aumento de temperatura global, atribuible a los pozos de crudo de Kuwait ardiendo a razón de 950 mil m3 por día un año entero. Esto desafía nuevamente el sentido común. También, los argumentos de aumento de temperatura oceánico no se corresponden con las reglas simples de transferencia térmica entre masas. La diferencia de calor específico entre el agua de los océanos y los gases atmosféricos precisan de diferencias térmicas de cientos de grados en la atmósfera para explicar aumentos en unidades de grados en los grandes volúmenes de agua. 1ºC de aumento oceánico solo significa una condición atmosférica inhabitable en la superficie terrestre. Se esgrime también el aumento del nivel oceánico como efecto, pero es incluso un desafío satelital moderno diferenciar movimientos de agua y continentales con milímetros de resolución. Aún más, la gran masa de hielo Laurentino durante las épocas glaciares cuaternarias cubrió gran parte del hemisferio norte americano con un espesor medio de 2kms de hielo en Canadá. Es razonable preguntar entonces de dónde provendrá el exceso de hielo actual que generaría los aumentos del nivel de los océanos en varios metros según algunos modelos de proyección.
En fin. Todos los argumentos antropogénicos están resumidos en los informes del IPCC. Todos los demás que no entran al debate siquiera, sino que toman una tangente no controversial están en revistas especializadas sorteando con dificultades los filtros editoriales. Desde casi forzadamente mencionar alguna causa antropogénica si vas a publicar de cambio climático, aunque estos argumentos puedan no venir al caso.
El cambio climático por acción de emisiones humanas es una hipótesis válida, pero su tesis es difícil sostenerla. En lo personal me deja profundos vacíos de base. Todas las medidas de mitigación están fuertemente promovidas con intenciones políticas y editoriales, eso es indiscutible. Las más grandes corrientes de transformación global se han gestado en mentes individuales libres, no en consenso de grupos.
Es una situación completamente diferente el compromiso absoluto de velar por nuestro medio ambiente, reparar la contaminación, la deforestación, y las mismas emisiones por contaminación local de ambiente en atmósfera baja, tierra y aguas, pero siempre dentro de medidas de mitigación y adaptación razonables a nuestro alcance. Somos, en esta Tierra, un equilibrio entre lo que la Tierra es, lo que somos, y cómo queremos vivir en ella.
[1] Oscillations of the baseline of solar magnetic field and solar irradiance on a millennial timescale. Sci Rep. 9, 9197, https://doi.org/10.1038/s41598-019-45584-3 (2019)
[2] Timing of Atmospheric CO2 and Antarctic Temperature Changes Across Termination III. Science, 299, 5613, 1728-1731 DOI: 10.1126/science.1078758 (2003).
[3] http://www.biocab.org/Experiment_on_Greenhouses Effect.pdf
[4] Unusual activity of the Sun during recent decades compared to the previous 11,000 years. Nature 431, 1084–1087, https://doi.org/10.1038/nature02995 (2004)
[5] Can solar variability explain global warming since 1970? Journal of Geophysical Research, https://doi.org/10.1029/2002JA009753 (2003).
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