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Las tierras que el gobierno quiere dar




Ayer, a propósito del feriado dedicado a los Pueblos Indígenas, se instaló la Comisión, abro comillas, de “Entendimiento y Paz”.


“Entendimiento” y “paz”…son palabras bonitas que usan los políticos para camuflar un remake de algo que la mayoría de los chilenos ya rechazó: una división odiosa que -en nombre de la raza y la etnia- les daba a unos privilegios por sobre otros.

La técnica de volver a la carga con propuestas rechazadas, usando una terminología distinta, renovada, es frecuente entre los políticos.


Por ejemplo, para insistir en la reforma tributaria, el Gobierno ha decidido referirse a ella en términos de ‘pacto fiscal’…

Para justificar el inicio de un segundo proceso constituyente después del rechazo, la clase política hablaba de un ‘Acuerdo por Chile’..


Pero volvamos con la Comisión de “Entendimiento y Paz”. ¿Cuál es el objetivo de esta comisión? Óigalo usted mismo de boca del Presidente:

Ponga atención porque hay una trampa, repito: “Determinar con claridad la demanda de tierras de las comunidades mapuche, y reparar esta deuda del Estado de Chile con el pueblo mapuche (…)”.


Es decir: pagar parte de la denominada “deuda histórica” que es la punta de lanza de algo que estaba, tanto en el programa de Gobierno de Boric, como en la propuesta de Constitución rechazada.


[TÍTULO: I. LA POLÍTICA IDENTITARIA]

Pero ¿Qué es esto de una “deuda histórica”?

La ‘deuda histórica’ es el concepto que (como muchos otros conceptos de la nueva izquierda) hace posible que los activistas políticos del indigenismo accedan a financiamiento estatal y cuotas de poder político.


¿Y cómo se llega a la determinación de que existe dicha deuda?

En primer lugar, se plantea un conflicto entre dos 2 grupos que se presentan como antagónicos: los indígenas y los winkas (chilenos no indígenas).

Ese conflicto se formula en clave víctima - victimario. El chileno indígena, es la víctima. El chileno no indígena, el victimario.


Esa relación víctima - victimario se generaliza: ya no se trata de que un determinado chileno no indígena, le deba algo a un chileno indígena. Se trata de que los chilenos no indígenas (considerados como colectivo), están deuda con los chilenos indígenas (considerados como un colectivo también).


No importa si el chileno no indígena es un buen ciudadano, ha cumplido siempre con las leyes, ha pagado sus impuestos y respetado los derechos de los demás: no es indígena, y por ese solo hecho, está del lado de los victimarios. En la terminología de la extrema izquierda: es parte del sistema de opresión y, por tanto, ‘está al debe’, es deudor.

Tampoco importa si el chileno indígena jamás sufrió algún tipo de menoscabo de parte de un chileno no indígena: es indígena, es ‘víctima del sistema de opresión’ y, por tanto, acreedor.


Se llega entonces al absurdo de que, alguien que ningún daño causó, le debe algo a otro, que ningún perjuicio sufrió, solo en virtud de su pertenencia a un grupo.


¿De qué depende, entonces, si eres acreedor, o deudor?


No depende de lo que haces, sino de lo que eres (o de lo que percibes que eres). Depende de tu pertenencia (o no pertenencia) a alguna de las identidades que el activismo de la nueva izquierda ha ungido como “históricamente oprimidas”. En este caso, los autodenominados “pueblos preexistentes”.


Es esa pertenencia, esa identidad, la que te vuelve deudor o acreedor desde tu nacimiento y hasta tu muerte.


¿Y cómo saber si eres parte de los victimarios o de las víctimas?

¿Cómo saber si tienes derecho a exigir indemnizaciones o si, por el contrario, estarás obligado a pagarlas?

¿Bastará con la mera autopercepción o será necesario que el caudillo de turno te dé el carné de minoría históricamente oprimida, a cambio de lo cual seguramente te pedirá el voto, la participación de actividades políticas, etc.?

¿Llegará el punto en que será necesario someterse a una muestra de ADN, a un test de ancestralidad, que certifique las credenciales étnicas y raciales de los chilenos?

Y si ese es el caso ese caso, cómo se resolverán cuestiones como las que siguen:

¿Qué pasa si eres indígena solo en un 30%?

¿Y si ese 30% no corresponde solo a un pueblo, sino a distintos pueblos y de diversos continentes?

¿Tendrás el derecho al membrete de víctima históricamente oprimida o ese pase solo lo recibirán aquellos capaces de demostrar una pureza racial y étnica absoluta?

En caso de que mi porcentaje de sangre indígena sea de 50% ¿serás considerado colonizado, o colonizador?


[TÍTULO: II. LA DEUDA HISTÓRICA]

El hecho es que los chilenos no indígenas tendrían, en relación con los activistas del indigenismo, una deuda histórica.

¿Y cómo se podría saldar la deuda?

Fundamentalmente en tres áreas:

- La del poder político

- La del financiamiento (plata)

- Y la de los territorios y sus recursos naturales

Sobre el poder político, desde FNM desarrollamos un amplio trabajo sobre lo que los activistas indigenistas perseguían con la propuesta de Constitución rechazada. En cuanto a los privilegios y financiamiento, nuestra Directora de Comunicaciones realizó una breve investigación acerca de cuánto gasta el Estado en activismo indigenista. Ambos trabajos pueden revisarse en la descripción de este video.


Por último, en cuanto al poder territorial, ése es justamente el objetivo de la Comisión de “Entendimiento y Paz” que ha convocado Boric: determinar las tierras que supuestamente se le deben a los activistas del indigenismo. ¿Qué tierras? ¿Son solo las que constan en títulos de merced?


La deuda histórica incluye no solo los títulos de merced, es decir, tierras respecto de las cuales haya cierta evidencia de pertenencia, sino también las que el Presidente Boric denominó “tierras antiguas”, las “ancestrales”. ¿Cuáles son estas?

Acá ocurre o puede ocurrir exactamente lo mismo que en la determinación respecto de lo que se puede considerar que es o no es indígena… hay una definición en la que cabe absolutamente TODO.


En el debate constituyente pasado, por ejemplo, activistas indigenistas dijeron que los territorios de su propiedad alcanzaban la módica suma de 10.000.000 de hectáreas.

Para que se hagan una idea de lo que son 10.000.000 de hectáreas:

Más que toda la superficie de Portugal.

Un 75% de la superficie de Inglaterra.

Un 1/3 de la superficie de Italia.

Más de 9.000.000 de canchas de Futbol.

El equivalente al desierto de Atacama completo.

Equivalente a la superficie total de las regiones de la Araucanía, Maule, Bío-Bío y Ñuble juntas.

156 ciudades de Santiago completas.

El 13% de la superficie de Chile.


[TÍTULO: III. TERRORISMO]

¿Es este el verdadero conflicto y su correcta solución?

Si el Presidente Boric cree que la solución del conflicto en la macrozona sur pasa por convocar a un grupúsculo de iluminados que determinen quién es dueño de las tierras y quién no lo es, se equivoca. Cualquier intento o supuesto mecanismo de solución que no considere al terrorismo dentro del análisis, está- en mi opinión- condenado a fracasar.

La gran disyuntiva de Boric es la siguiente:

Si incluye a grupos violentistas en las conversaciones y a la vez insiste en la entrega de tierras, habrá cedido y negociado con terroristas (cedido ante quienes atentan contra escuelas, destruyen iglesias, se toman campos, incendian casas y asesinan personas).

Si no los considera, e igualmente insiste en la entrega de tierras: no se habrá hecho cargo del principal flagelo que pesa sobre los chilenos que viven en la macrozona sur, que no tiene que ver con la falta de tierras, sino precisamente, con el terrorismo.

¿Camino sin salida? No.


Lo que tienen que entender las lumbreras de la nueva izquierda, los adoradores del buen salvaje es que una condición necesaria para que exista “paz” y “entendimiento” en Chile pasa, primero, por la represión total y absoluta de conductas que atentan directamente contra la nación, que en este caso consiste en la eliminación de las células terroristas; y, segundo, por el abandono del activismo político identitario, es decir, la renuncia a la creación y agitación de divisiones odiosas entre chilenos (indígenas y no indígenas), y la consecuente fragmentación de la unidad nacional que se deriva de ese activismo.


El feriado del 21 de junio recién pasado, el “Día Nacional de los Pueblos Indígenas”, es el día para exacerbar la culpa y fingir un orgullo por la “diversidad de culturas” que realmente muchos legítimamente no sienten, dentro de los cuales me incluyo…yo no admiro especialmente la cultura mapuche, tampoco la musulmana ni la maorí, aunque la respete; pero sin duda alguna, los valores que me interpretan son los de la tradición judeocristiana.

Pero más allá de mi opinión o sensibilidad personal…lo que hay detrás del 21 de junio es la promoción de una mirada determinada sobre el pasado: la idea maniquea de que, hace centenares de años vinieron los demonios de los descubridores españoles al paraíso del buen salvaje, del indio pacífico, inocente y sabio. Demonios españoles que hoy se encarnan en sus sucesores occidentales, los portadores de todos los vicios de la sociedad actual, que oprimen a los “pueblos preexistentes” que resistieron a la arremetida conquistadora.


El 21 de junio es también un día para alimentar una mirada determinada sobre el presente: un desprecio por los valores de la civilización, por occidente…una oda al retroceso y al primitivismo. Una demonización de los valores que nos han hecho avanzar. Un ensalzamiento de lo que nos fragmenta y destruye la cohesión nacional.

Frente a la arremetida de la nueva izquierda a la civilización occidental, estaremos nosotros desde FNM.


Frente al reconocimiento que hicieron Evopoli y RN en la Convención Constitucional de una supuesta deuda histórica de los chilenos para con los activistas indigenistas, estaremos nosotros desde FNM.


Frente al intento de Francisco Chahuán por “resignificar el 12 de octubre”, día del descubrimiento de América, y quitarle su calidad de feriado, estaremos nosotros desde FNM.


Frente a la tentativa de Piñera y Felipe Kast por eliminar el feriado de San Pedro y San Pablo, estaremos nosotros desde FNM.


Frente a declaraciones de Beatriz Hevia en el sentido de señalar que los escaños reservados en la Convención Constitucional fueron solo una “desproporcionalidad” y que no representan para ella “una línea roja”, estaremos nosotros desde FNM.

Si valores como la igualdad ante la ley, la propiedad privada, la responsabilidad personal, la solución pacífica de conflictos, la negación de la violencia como medio legítimo para actuar en democracia, son para ti, avances civilizatorios que merecen la defensa y promoción que hacemos de ellos desde FNM, comparte este video, suscríbete y hazte miembro de nuestro canal.


Soy Francisco Cancino, Director de Estudios de FNM.





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